Elijamos la vida

27.01.2014 10:08
Hoy te doy a elegir entre la vida y 
la muerte, entre el bien y el mal. 
Hoy te ordeno que ames 
al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y que cumplas sus mandamientos, preceptos y leyes. 
 
Deuteronomio 30,15-16a
En conexto: Deuteronomio 30, 11-19

 

Casi al final de sus discursos, Moisés al renovar el pacto entre el pueblo de Israel y Dios, plantea este dilema impresionante y pone al cielo y a la tierra como testigos contra ellos de que los exhorta a elegir entre la vida (si lo aman y obedecen) y la muerte (si le desechan y desobedecen sus mandamientos). 
 
Este dilema es actual y debemos retomarlo día a día. Obedecer a Dios es una elección diaria del corazón, del pensamiento y del cuerpo. Es muy fácil caer en desobediencia, en pecado, elegir cosas que nos pueden llevar a la muerte física o espiritual: el abuso del alcohol, las drogas, los vicios, las sectas, la mala vida, la delincuencia, la infidelidad, la mentira, la inmoralidad, entre tantas cosas que pudiéramos listar.
 
A veces sentimos que es tan difícil obedecer a Dios pues la parte fácil es el pecado, por ejemplo, en lugar de pedir perdón inventamos una mentira; en lugar de aceptar que nos equivocamos, buscamos a quien culpar; en lugar de trabajar duro, delinquimos; porque es la salida rápida, la fácil, es más simple tomarse un trago que “nos haga sentir que las cosas están bien”, que luchar por arreglar relaciones, trabajo o nuestra vida misma. Pero si nos detuviéramos a pensar y analizar en profundidad las consecuencias de nuestras decisiones, encontraríamos que las verdaderas soluciones y las respuestas están en obedecer a Dios y en seguir sus mandamientos, podrá parecer el camino largo, pero al final veremos que es el indicado y no solo para bien nuestro, sino para nuestra familia y descendientes: “He sido joven y ahora soy viejo, pero nunca he visto justos en la miseria, ni que sus hijos mendiguen pan” (Salmo 37, 25). En esta nueva oportunidad que nos plantea este año tomemos siempre las decisiones correctas, elijamos obedecer, seguir y servir a nuestro Dios. Pidámosle en oración todos los días su guía para tomar siempre las decisiones apropiadas.