Obremos bien

24.02.2014 09:00
David, el hombre conforme al corazón de Dios, a través de sus Salmos nos permite ir conociendo diferentes atributos de nuestro Dios, su protección, su amor, pero también su juicio. El Salmo 62 es particularmente hermoso porque habla de la adherencia a Dios, de cómo sólo en Él se halla reposo, pero en la parte final hay una afirmación que es muy enfática, “dos veces la he escuchado”, es decir Dios lo está resaltando, que pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras.
 
En la carta de Santiago 2,18b se encuentra esta afirmación “yo te mostraré la fe por mis obras” y antes afirma que la fe si no tiene obras, está muerta (versículo 17). También hace referencia a este tema nuestro Señor Jesucristo cuando habla de la siembra y la cosecha, que cada uno recibirá según su siembra el 30, 60 ó el 100%.
 
Asegurémonos de “sembrar” buenas obras para tener una buena cosecha y para hacer evidente nuestra fe a los demás. Viene a mi mente aquel pensamiento que decía “Cuando morimos dejamos lo que tenemos y nos llevamos lo que dimos”. En este mundo hay tanto por hacer y por ello, los cristianos debemos ser extensiones de los brazos de Dios. No hay tiempo para deprimirse, para cansarse, para pensar que ya contribuimos suficiente... siempre puede haber una cosa más para agradar a Dios, para ayudar al prójimo, para mostrar el amor y la misericordia de Dios. Si creemos en Dios debemos actuar, sobre todo cuando los tiempos sean más difíciles, cuando nos cueste más dar, cuando estemos más ocupados... y más allá de las obras de misericordia pensemos en obras de honradez,  de rectitud, que también son parte de las que el Señor nos pide. Nuestra dedicación, nuestra pasión, el amor con el que hacemos nuestro trabajo y servimos a nuestros jefes, amigos, compañeros, son parte también de estas obras.  Acumulemos equipaje para llevar cuando nos toque partir a la morada celestial.