Reflejemos su luz
Aunque los estudiosos no precisan la fecha en que Pablo escribió su carta a Filipos (se presume entre el 57-60 D.C.) se podría creer que se escribió en este año, pareciera que el mundo no ha cambiado, pero debemos enfocarnos no en el mal que nos rodea, sino en lo que debemos hacer los hijos de Dios: “ustedes brillan como estrellas en el firmamento”.
Brillar, mostrar la luz de Cristo a los demás, con acciones, con palabras. Recordemos la enseñanza de Jesús en Mateo 5,14-15: “Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa” y añade en el versículo 16: “Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo”.
Comenzamos un año y por tanto, debemos poner esto en práctica, decidirnos ya a reflejar la luz y el amor de Jesucristo. Ya no es tiempo para “ser cristianos de línea” estando siempre entre la entrada y la salida, a ratos, cuando lo “sentimos” o cuando necesitamos. Evitemos decir cosas como “soy cristiano pero no practicante”... porque o somos cristianos o no lo somos. Si nos decidimos a darle un Sí a Cristo, como Él dio un sí para nuestra salvación, es hora de reflejar su luz, de evangelizar, de enseñar, de servir y dar. A cada uno nos han dado dones, pongámoslos al servicio de Dios. Este es el momento de decir un sí de corazón y de acción. Hay mucha gente allá afuera que no ha escuchado de Dios o que está resentida por alguna razón o por algún líder que hizo algo incorrecto, la forma de llegar a esas personas es dando un buen ejemplo y reflejando el amor y la luz de Cristo. Si queremos mejorar al mundo debemos de dar buenos ejemplos: de amor, de misericordia, de comprensión, de paciencia... Comencemos con algo ahora: respetemos a los demás, digamos algo bueno, ayudemos a alguien, brindemos nuestra mano, demos un abrazo, pidámosle a Jesús reflejar su luz a cada instante y ser un buen ejemplo como cristianos.